#OpiniónPorAlexander Naime
- El gobierno federal emitió hace algunos días una guía ética que contiene una serie de enunciados que, desde su perspectiva política e histórica, debe regir la vida de los mexicanos.
Una serie de enunciados relacionados con la vida, la dignidad, el sufrimiento, el placer, la gratitud, el perdón, la redención, la fraternidad, el trabajo, la riqueza hasta la relación con los animales, las plantas y las cosas entre otras. Y entonces uno se pregunta si desde el Estado, desde el poder o desde un grupo dominante se pueden imponer o sugerir una serie de principios de comportamiento social e individual, sobre todo en una sociedad tan compleja como la mexicana en la que su gran diversidad cultural implica que coexistan diversas culturas y comunidades y en consecuencia muchos principios éticos que pueden o no coincidir en lo fundamental. ¿Debe el Estado sugerir principios morales o bien debe transmitir una moral del bien hacer y del bien actuar, tal vez, con la aplicación correcta de la ley y de principios de comportamiento ejemplares.
Pues la aplicación correcta de la Ley da certeza y contribuye a que el comportamiento social sea moral y éticamente más responsable.
Los políticos deben predicar con el ejemplo. Para la sociedad mexicana es fundamental y, esto, no ha ocurrido hasta la fecha. Se habla en esta guía de no mentir, cuando la mentira es la constante prácticamente todos los días por parte de la clase política mexicana; se habla de que se debe combatir la corrupción y se sugiere que el corrupto se puede redimir a través de la reflexión o bien tener una nueva relación con la naturaleza cuando se apoyan proyectos que son altamente contaminantes.
Las clases política son las que deben tener una serie de principios éticos que puedan transmitir en los hechos a la sociedad mexicana, de otra suerte estos principios podrán ser una cursilería pero nunca una guía de comportamiento para la sociedad mexicana.
