América Latina se erige como líder en emprendimiento femenino, según el informe del Global Entrepreneurship Monitor 2022-2023. A pesar de encabezar en la proporción de mujeres emprendedoras, estas representan únicamente un tercio del total mundial, desvelando un potencial subutilizado.
El estudio “Female Entrepreneurship in Latin America and the Caribbean” indica que, en países de ingresos bajos y medios, la mayoría de las emprendedoras inician sus proyectos por necesidad, a diferencia de las naciones desarrolladas, donde la motivación es principalmente por oportunidad.
En México, el INEGI informa que solo el 19% de los microemprendimientos son liderados por mujeres. Las microempresarias, en su mayoría jóvenes de 18 a 34 años, encuentran sus motivaciones en la independencia (29%), mejora de calidad de vida (20%), gusto (20%), continuidad familiar (18%), y pérdida de empleo (13%).
Los patrones culturales patriarcales en América Latina han obstaculizado la autonomía de las mujeres para emprender y sostener microempresas. No obstante, el “Programa EY Women in Technology” sostiene que la igualdad de género es fundamental para el crecimiento económico y empresarial. A pesar de los desafíos, la independencia económica reduce la vulnerabilidad de las mujeres y fortalece comunidades.
En este contexto, la consultora internacional Ovante ha destacado que la autonomía financiera y la formación en habilidades digitales son esenciales para el crecimiento de las microempresarias:
1. Mejora de la gestión financiera:
Control financiero para decisiones informadas.
Formación en habilidades financieras para una gestión eficiente.
2. Acceso a servicios financieros:
Buena gestión mejora la credibilidad para préstamos y créditos.
3. Eficiencia operativa:
Habilidades digitales para automatización y optimización de procesos.
4. Marketing y ventas en línea:
Adopción digital para promoción y alcance a nuevos mercados.
5. Reducción de costos:
Tecnologías digitales para eficiencia y reducción de costos operativos.
6. Adaptación a cambios del mercado:
Plataformas digitales para seguimiento de tendencias y ajustes rápidos.
7. Desarrollo de redes y colaboraciones:
Participación en comunidades en línea para oportunidades de colaboración.
La investigación de Terjesen y Amorós destaca que el emprendimiento femenino, especialmente en actividades de alto valor agregado, impulsa el progreso social y económico en países en desarrollo. Esto debe ser de gran interés para instituciones educativas y sociales que gestionan programas para fomentar y apoyar el crecimiento de estos emprendimientos.
Así, la autonomía financiera y la formación son las llaves que abren las puertas a un futuro más próspero y equitativo para las mujeres emprendedoras en la región
