El pasado viernes se cumplieron dos semanas de que Blas Barrón, de 60 años de edad, padeció uno de los peores días de su vida, luego de ser atacado salvajemente por tres perros pitbull que habitaban la casa de uno de sus hijos, pero que lo desconocieron cuando fue a recoger unas cosas para su nuera, quien estaba a punto de dar a luz.
“No culpo a nadie, todo fue circunstancial; que bueno que me pasó a mí y no a alguien más; por ejemplo a un niño”, es la primera frase de quien se encuentra en recuperación ya en su casa, en la comunidad de Almoloya, al momento de recibir una visita.
Aquel viernes 16 de junio, a petición de su hijo, Joel, acudió al domicilio de éste para recoger la maleta que tenían preparada para la llegada del nuevo integrante de la familia; luego de que los síntomas que presentaba su nuera, eran cada vez más notorios.
Sin embargo, el futuro padre advirtió a Blas que tuviera cuidado con los perros, ya que tenía varias horas que no los habían visto.
En solidaridad, Blas acudió de inmediato confiado en que los canes no causarían mayor problema, ya que siempre habían mostrado nobleza en su conducta y, aseguran, “fueron criados con mucho amor”, nunca fueron agresivos con la gente.
Pero aquella tarde – noche, algo había en el humor de los perros, que al ver ingresar a Blas al domicilio, se le fueron inmediatamente encima.
El hombre, como pudo, contuvo el ataque del mayor de ellos, quien incluso fue el primero que se abalanzó sobre él hacia el rostro; pero reaccionó de inmediato y logró anteponer su brazo izquierdo, donde sufrió el mayor daños y hasta la fecha siguen visibles sus tendones, debido a la magnitud de las mordidas.
Mientras sostenía de la correa y peleaba con su primer agresor, los otros dos canes se dieron vuelo atacándolo en ambas piernas y el otro brazo, causándole severas lesiones.
Sus gritos fueron escuchados por un joven que, casualmente, ese día cambió el trayecto de camino a su casa; y al ver la situación, arrojó una piedra para tratar de distraer a dos de los perros, ya que el primer agresor, agonizaba tras haberse asfixiado con su correa, durante el forcejeo con el hombre.
Si bien ya no agredían, los perros se mantenían merodeando a Blas, como si vigilaran a su presa, mientras que el hombre, se mantuvo quieto; “ya estuvo, ya estuvo”, les decía cada que se volvían a acercar a él.
Fue entonces cuando vecinos se percataron de la situación y pidieron el apoyo de Bomberos y Protección Civil, quienes arribaron pero no pudieron actuar en lo inmediato por la actitud vigilante que mantenían los perros.
Finalmente, los perros pudieron ser distraídos y sometidos para la atención de Blas, quien fue llevado en primera instancia al seguro social de Cuautepec, donde recibió los primeros auxilios; pero enseguida se llevó directamente a Tulancingo, donde fue sometido a una cirugía que duró poco más de cuatro horas.
Mateo nació una semana después. Blas reconoce que vivió para contarla; pero sobre todo, ha pedido a la familia no buscar culpables y mantenerse en unión. Incluso, asegura que los animales actuaron por instinto y en defensa del territorio de su amo.
A pesar de todo, el sacrificio obligado de las mascotas dolió en los integrantes de la familia; quienes hicieron un llamado para quienes tienen este tipo de raza de perros, para que les brinden una atención y educación responsable.
