- Opinión por Cynthia Valeriano López.
Los BRICS, un acrónimo que representa a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, naciones que conforman a un grupo económico y comercial que busca consolidar su fuerza en el contexto global.
La idea de formar una asociación entre Brasil, Rusia, India y China surgió en 2001, cuando se realizaron reuniones informales entre los líderes de estos países, pero fue hasta la incorporación de Sudáfrica en el 2006, que los BRICS nacieron formalmente.
La primera cumbre de los BRICS se llevó a cabo en la ciudad rusa de Yekaterinburg en 2009. Durante esta cumbre, los líderes de los países acordaron la importancia de fortalecer la cooperación entre ellos y desarrollar un enfoque común en temas económicos y políticos, que implicó la suscripción y puesta en marcha del Mecanismo de Cooperación entre Ministros de Relaciones Exteriores (MCRF), que se reúne regularmente para discutir temas de interés común como: agricultura, energía, finanzas, ciencia y tecnología.
Algunas medidas como la creación del Banco de Desarrollo de los BRICS (denominado Nuevo Banco de Desarrollo), que, con el objetivo de financiar proyectos de infraestructura y desarrollo en los países miembros y otras naciones en desarrollo y la suscripción de acuerdos comerciales y financieros para promover el comercio y la inversión entre ellos, así como el Acuerdo de Reservas de Contingencia de los BRICS, que permite a los países miembros acceder a un fondo de emergencia en caso de crisis económica, supone un proceso de integración que podría trascender la esfera económica entre estas naciones.
En su última reunión del 2022, los lideres de este grupo, coincidieron en la necesidad de sustituir el dólar como moneda, para llevar a cabo transacciones comerciales entre sus integrantes, e incluso se mencionó la posibilidad de crear una nueva moneda en común para desdolarizar sus economías. Vale la pena señalar que en la actualidad, la moneda norteamericana es utilizada en el 70% de las operaciones y transacciones globales.
El dólar no sólo es utilizado hoy en día, como moneda de uso corriente para llevar a cabo transacciones comerciales, sino que su aceptación y certidumbre global, lo convierten en la moneda preferida para “resguardar” las reservas internacionales de los bancos centrales en el mundo, a pesar de que en los últimos meses la sombra de la recesión económica de Estados Unidos, así como mantener una conservadora tasa de interés muy por debajo de los niveles en los que la ha mantenido otras economías, le han cobrado valor a la moneda norteamericana.
El deseo de desplazar al dólar como la divisa más utilizada, debe también entenderse como una parte estratégica de un proceso geopolítico, que tiene como objetivo reducir y limitar la supremacía norteamericana.
En virtud de lo anterior, se espera que, en la reunión de este año, que se celebrará a finales de agosto en Sudáfrica se discuta la estrategia que llevará a estos países cuya aportación al PIB mundial es de 40%, a iniciar ese largo camino que los lleve a consumar uno de los grandes riesgos para la economía norteamericana y el orden internacional: Sustituir al dólar.
Pero, la decisión no es tan sencilla como se plantea, es decir, debe superar una serie de desafíos nada tersos, que para regiones como la europea, con muchas menos asimetrías, implicó un periodo de 12 años para lanzar al euro como moneda única, entre estos retos podemos mencionar la existencia de enormes asimetrías económicas y sistemas monetarios que, de la mano con distintos niveles de desarrollo económico, inflación e instituciones financieras, se muestra como quizá el problema más importante a vencer.
Por otro lado, se requiere de una fuerte coordinación política y económica que les permita construir y alcanzar políticas comunes en áreas sensibles como el tipo de cambio, la política monetaria, la estabilidad financiera y la gestión de crisis económicas, esto, por supuesto, partiendo de la necesaria renuncia a la soberanía monetaria en aras de contribuir a un beneficio mayor para la región.
Finalmente antes de considerar la implementación de una moneda única, los países BRICS deberían garantizar una estabilidad económica y financiera sólida dentro de sus propias economías, la estabilidad es la base sólida sobre la que se construye la confianza, el atributo más importante que tienen las monedas de uso corriente, para que sean reconocidas, aceptadas y utilizadas en los mercados internacionales.
Pese a lo anterior, llegará la próxima reunión de las BRICS, a resolver que hacer con las más de 20 solicitudes de diversos países para adherirse al bloque comercial que busca constituirse como un poderoso bloque que genere esos contrapesos e incluso, dispute el poder de una región occidental que hace malabares por mantener sus alianzas cada vez más fortalecidas.
¿Y quienes son estos países que buscan su adhesión?, podemos mencionar a algunos como Irán, Arabia Saudita, Argentina, Emiratos Árabes Unidos, Afganistán, Venezuela o Uruguay, así como algunos otros países africanos y asiáticos, que comparten un común denominador: su estratégica vinculación económica con China gracias a las enormes reservas de recursos naturales estratégicos que, de consolidarse como un bloque, podría mermar de forma considerable el actual orden internacional.
Mientras esto sucede, México y su gobierno sólo observan y tratan de manejar lo que todavía no se ha convertido en una presión diplomática que ponga sobre el fuego las alianzas y la retórica gubernamental de izquierda. Por lo pronto seguimos luchando de este lado de la frontera con todos esos enemigos comunes que tenemos con el vecino rico de la cuadra, sin embargo, de formalizarse el proceso, escalará la necesidad de contar con una definición que, sin importar cuál sea, nos dejará enemigos muy poderosos y un reducido margen de maniobra para movernos entre los celos, el encono y la lucha de poder, de aquellos que, en ambas alternativas, prometen lo que claramente no podrán cumplir. Por lo pronto, aprender algo de mandarín, quizá no sea tan mala idea.
