#Ojalá por Óscar Glenn
@OscarGlenn
El pasado 5 de agosto, que el Coneval presentó los resultados las estimaciones de la pobreza multidimensional entre 2018 y 2020, revelando que el porcentaje de la población en situación de pobreza aumentó de 41.9% a 43.9%, mientras que el número de personas en esta situación pasó de 51.9 a 55.7 millones de personas, no fue bien recibida por el titular del Ejecutivo Federal, y le refrescó la animadversión que ya por ese organismo autónomo sentía.
El Presidente aseguró que no le gusta esta encuesta porque no coincide con la realidad que según el, se vive al ras del piso, donde se reciben los apoyos de los programas sociales que presumen se han aumentado significativamente para ayudar más a los pobres, como ningún otro gobierno lo ha hecho.
Pero los datos no salieron de una encuesta sencilla realizada por ocurrencia de algún funcionario, obedece a un enfoque de derechos sociales y es parte de un conjunto de información que genera el Coneval para guiar las políticas públicas y aportar información para la toma de decisiones, además por mandato de la Ley General de Desarrollo Social (LGDS), con una metodología diseñada con criterios científicos y no políticos -donde por cierto si está reflejado el impacto de los apoyos de sus programas en ciertos sectores y el impacto singular de la pandemia- buscando aportar información para guiar y fortalecer las políticas de desarrollo social.
Tal vez el Presidente y su equipo deberían saber que nuestro país fue uno de los primeros en desarrollar metodologías e instrumentos como éste que se desprecia por revelar lo complicado de la situación y lo insuficiente de las respuestas.
Es lamentable -pero no extraño- que el mandatario prefiera ironizar al ser cuestionado sobre el aprovechamiento de la información para reencauzar acciones, y prefiera ignorar las áreas de oportunidad para el desarrollo social que los propios reportes del Coneval señalan, donde además llaman a los tres órdenes de gobierno a mejorar sus instrumentos para impulsar a la población a mejorar sus condiciones.
Deberían saber que están quedando a deber, por ejemplo, una mejor atención a la población de adolescentes y jóvenes en situación de pobreza que aumentó de 42.3% a 46%, un incremento de 3.7 puntos porcentuales en la población en situación de pobreza de 12 a 29 años; ese sector que ante las carencias valora alternativas infames, no tiene mucha paciencia para esperarles, mientras intentan no ver.
Ojalá pudieran tomar nota de las recomendaciones -que no son críticas- como mejorar la progresividad de las transferencias públicas para atenuar las afectaciones de los hogares de menor ingreso en forma prioritaria; fortalecer los programas que buscan disminuir el abandono escolar, generar las condiciones necesarias para promover la asistencia y conclusión de la educación obligatoria; asegurar ya que el INSABI atienda efectivamente a la población, procurar la creación de empleos formales o bien transitar hacia un sistema de seguridad social no contributivo, integral y universal, así como fortalecer la atención a la población en situación de pobreza urbana, que fue la más afectada en este periodo.
¡Ojalá no desperdicien al Coneval!
