#OpiniónYAnálisis por #ArturoArgenteVillareal
Juan Rulfo es considerado uno de los escritores hispanoamericanos más importantes del siglo XX, su reputación se desprende de dos obras maestras, “El Llano en llamas” publicado en 1953 y la novela “Pedro Páramo” publicada en 1955, ambas obras tienen como escenarios rurales a la Revolución Mexicana y la Guerra cristera. Ambas obras maestras huelen a hierba, a riachuelos, a naturaleza, a México.
y destacan el papel del caciquismo y la violencia en nuestra conformación social, y nos adentran en el sentir del pueblo mexicano.
Los personajes para Rulfo se centran en los desheredados de la tierra, cuya única esperanza está más allá de esta vida, y que sólo lo podrán alcanzar en las alturas prometidas después de la muerte. Juan Rulfo con “Pedro Páramo” se enmarca en un tópico literario universal: el hijo que busca a su padre para reclamar su lugar, en un contexto de pobreza y opresión en el México rural. Así como en nuestros orígenes, en el sacrificio de los pueblos prehispánicos, mediante las ofrendas, los dioses se comprometen y son obligados a cumplir. Pero hay una excepción que se encuentra en Comala, ahí no hay otro poder que el del patriarca:
“todos somos hijos de Pedro Páramo”.
La melancolía se respira en cada palabra de Rulfo, nos hace sentir todos los recuerdos y deseos de sus personajes, aunque ya no se encuentren en el plano terrestre. La paradoja de esta paternidad sin freno es la que nos sirve de analogía para entender la necesidad que hemos tenido como pueblo en la búsqueda de un patriarca y que ha llevado a consolidar en la política la figura del caciquismo en México ya sea en lo individual o en la figura de un partido político.
“El llano en llamas” es un relato que describe a la Revolución como un agrupamiento de hombres violentos e ignorantes. De hecho, el relato permite preguntarse si la Revolución consiguió realmente algo positivo o incluso, si terminó. Sin embargo, el cuento asume un sentido más preocupante, la violencia ejercida por y hacia una generación de mexicanos que ha engendrado a otra generación de niños huérfanos que, sin guía, son capaces de desviarse moralmente.
Es lo que sugiere Pichón cuando ve en los ojos de su hijo la misma malicia suya: “Era igualito a mí y con algo de maldad en la mirada. Algo de eso tenía que haber sacado de su padre”. Una situación muy similar a la guerra que tenemos contra el narcotráfico y las consecuencias que han invadido el entorno de las familias en México.
También “El llano en llamas” esboza una crítica a la Revolución, poniendo en duda la ideología sobre la cual se sostiene. Se evidencia que ni siquiera se tiene claro por qué ideas y reivindicaciones se lucha. La Revolución se convierte así en una mera revuelta impulsada contra los ricos, pero sin sustento ideológico, el mismo sentimiento de odio y división que se viven en nuestra nación y que no han sido superados, no hemos aprendido nada de nuestra historia.
La Revolución mexicana se dio con el fin de detener la dictadura del Porfirio Díaz, anhelando lo que hasta ahora todo el pueblo mexicano desea, que existiera la democracia. Madero plasmó sus ideas en el Plan de San Luis dónde exponía los abusos del régimen porfirista y proponía restituir a los campesinos los terrenos que les habían sido arrebatados. Lo que al final se logró es la consolidación del poder en un sistema partidista y sólo se logró
“prestarse el poder”.
En la actualidad se demuestra que el pueblo mexicano no es consciente del poder que tiene, seguimos en la búsqueda del patriarca que nos proteja, sin entender el poder de nuestro voto. No solo elegimos a nuestros representantes, sino que también podemos removerlos cuando estos dejen de velar por los intereses de la nación.
“Hacía tantos años que no alzaba la cara, que me olvidé del cielo” así es cómo debemos de rememorar el sentir de Juan Rulfo y entender la importancia del ciudadano en estos tiempos, tenemos que dejar a un lado la eterna búsqueda de Pedro Paramo en Comala, del padre que nos ha abandonado, y ser responsables de nuestro propio destino.
Dr. Arturo Argente Villarreal
Escuela de Derecho
Tec de Monterrey
Campus Toluca.
