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Inequidad en la distribución de vacunas
Karina Ramirez Karina Ramirez

Inequidad en la distribución de vacunas

#Opinión de Dr. Arturo Argente Villarreal

  • Es ahora que se reflejan los problemas que enfrentamos para acceder a las vacunas en México y éste atraso se debe a una excesiva confianza para enfrentar la pandemia. Lo cierto es que la realidad es abrumadora y el COVID-19 no cede ni un ápice.

El entorno mundial ha demostrado cómo los países más poderosos han capturado gran parte de la oferta inicial en el ofrecimiento de vacunas, y aprovechan las necesidades de inmunización contra la COVID-19 para consolidar su influencia sobre países menos poderosos. Vemos como las grandes potencias sacan a relucir el egoísmo y el acaparamiento de las vacunas provocando grandes injusticias en el proceso de distribución. Por ejemplo, tres cuartas partes de las vacunas administradas en el mundo se concentren en apenas diez países que, además representan el 60% del Producto Interno Bruto mundial.

La iniciativa Covax, impulsada mediante la Organización Mundial de la Salud, no podrá atender de manera oportuna esta situación. Desafortunadamente, casi todos los países de Latinoamérica se volcaron a la negociación con las proveedoras farmacéuticas de forma unilateral. La excepción fue el caso de México y la Argentina que actuaron de manera coordinada para lograr un acuerdo de producción y distribución con Oxford-Astrazeneca; y sin dejar a un lado el ejemplar y sorprendente caso de Cuba que ha sido capaz de desarrollar y producir sus propias vacunas.

Los demás países de Latinoamérica atendieron este tema sin actuar en forma agrupada, en forma de bloques de integración regional. Si sólo se hubieran coordinado estos esfuerzos, quizá la realidad del acaparamiento y las desigualdades, no habrían mermado tanto el poder de negociación, obteniendo mejores resultados que los actuales, en especial los países más abandonados. 

Una de las grandes lecciones que nos deja el paso del COVID-19 son las diferencias que viven los países avanzados, que abren una enorme brecha con el resto de los países que no tienen acceso suficiente a las vacunas. Podríamos decir que nunca habíamos visto una división tan profunda que afectase a tantos en tan poco tiempo. La equidad de las vacunas es un imperativo moral, estratégico y económico, 

Debemos de ser solidarios y unirnos como un solo pueblo para vencer a la COVID-19 y crear un mecanismo de financiamiento sostenible, que consolide un sistema de salud eficiente para estar más preparados para futuros brotes que evite el sufrimiento humano y económico de próximas generaciones.

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