Pachuca de Soto, Hidalgo.- El Congreso de Hidalgo aprobó la modificación de diversas leyes para prohibir el castigo corporal como forma de corrección a los niños, niñas y adolescentes; así como fomentar la crianza positiva con amor y sin violencia.
En sesión de este martes, la diputada Lisset Marcelino Tovar explicó que a la fecha las leyes estatales no contemplaban la protección contra ese tipo de castigos y otras formas crueles y degradantes en la familia y otros entornos, como lo recomienda el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas.
Sin embargo, con 27 votos a favor, cero en contra y cetro abstenciones, los diputados aprobaron modificar el Código penal del estado para eliminar la parte donde estipulaba que no eran castigables los golpes realizados en el derecho de corregir.
Agregaron también en la Ley para la familia que quien ejerza la patria potestad, la custodia o tutela no podrá imponer castigo corporal o cualquier otro tipo de trato humillante como forma de corrección disciplinaria.
Mientras que ahora en la Ley de los derechos de niñas, niños y adolescentes se encuentra el derecho a la crianza positiva, es decir una educación con amor, sin violencia, basada en el respeto recíproco, la comunicación y la confianza mutua.
Las modificaciones a la ley que al momento no implican sanciones expresas entrarán en vigor al día siguiente que se publiquen y de acuerdo con los propios legisladores son una respuesta a las exigencias de los menores en el parlamento infantil.
De acuerdo con el Comité de los Derechos del Niño de la ONU, el castigo corporal es todo el que utilice fuerza física y tenga por objeto causar dolor; en la mayoría de los casos pegar a los niños: manotazos, bofetadas o palizas con la mano u objetos como cinturones o cucharas de madera, entre otros.
También puede consistir en dar puntapiés, zarandear o empujar a los menores; arañarlos pellizcarlos, morderlos, tirar de su cabello u orejas e incluso producirles quemaduras, lavarles la boca con jabón u obligarlos que coman cosas picantes.
Por Daniel Martínez Martínez
