Pachuca de Soto, Hidalgo.- De acuerdo con el observatorio de feminicidios de la asociación civil Servicios de Inclusión Integral (Seiinac), contabilizan 27 asesinatos de mujeres, de los cuales 10 han sido notificados como feminicidios, reportó en la entrega de su informe con corte 2017.
En el reporte entregado ayer por la mañana, Seiinac indicó que de acuerdo con los reportes hemerográficos, las localidades con más casos son Pachuca, Mineral de la Reforma y Tizayuca.
Los asesinatos violentos de mujeres han sido 27, de estos 10 han sido vinculados a proceso por parte de la procuraduría, existe solo una sentencia por feminicidio.
El corte contabiliza de enero a julio y la metodología de la asociación es contabilizar las notas en las que nombran las muertes de mujeres de forma violenta o con tortura, que está catalogada como feminicidio de acuerdo con el artículo 39 bis del código penal vigente en el estado.
Solo 10 han resultado feminicidios, ya que el protocolo comienza por el descarte de pruebas; los activistas de todo el país pugnan por un protocolo que comience la investigación como feminicidio y no como un homicidio.
A la organización le preocupa la naturalización de la violencia, es decir, que la población normalice esos hechos dentro del territorio mexicano.
El feminicidio en Hidalgo es castigado con penas de 30 a 50 años de prisión, luego que el Congreso estatal aprobó por unanimidad la iniciativa que reforma los códigos penal y de procedimientos penales del estado en 2013.
Lo aprobado adiciona del capítulo primero bis al título quinto (referente a los delitos contra la vida y la salud personal) del código penal de Hidalgo.
Así, el artículo 139 bis establece que comete feminicidio quien por “razones de género prive de la vida a una mujer”. El crimen será sancionado con penas de 30 a 50 años de cárcel y 300 a 500 días de multa.
Se acreditará el feminicidio cuando la víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo, así como “lesiones infamantes, degradantes o mutilaciones” realizadas antes o después de la muerte.
Por Daniel Martínez Martínez
