A dos años del paso del huracán Otis, Acapulco muestra señales de recuperación, aunque miles de familias aún enfrentan rezagos, pérdidas económicas y desafíos en la reconstrucción de sus hogares
Hace dos años, el huracán Otis azotó Acapulco como tormenta de categoría 5, generando destrucción masiva en poco tiempo y dejando profundas cicatrices tanto en la infraestructura como en la población. Desde entonces, la ciudad ha transitado un proceso de recuperación que, aunque visible en algunos frentes, revela aún enormes desafíos para amplios sectores de la población.
Durante ese episodio, decenas de personas perdieron la vida y miles de hogares resultaron dañados. Los daños materiales se estimaron en miles de millones de dólares, siendo uno de los desastres naturales más costosos en la historia reciente del país. La infraestructura turística, eje económico de Acapulco, fue severamente golpeada: hoteles, viviendas y servicios básicos quedaron seriamente afectados.
Transcurrido este período, se han abierto recintos hoteleros, reaperturado parte de los servicios turísticos y comenzado trabajos de rehabilitación en zonas céntricas del puerto. Sin embargo, el avance no ha sido homogéneo. En muchas colonias de menos recursos el abastecimiento de agua potable, la electricidad estable, la remoción de escombros y la reconstrucción de vivienda adecuada aún avanzan a paso lento. Muchos residentes señalan sentirse rezagados ante la prioridad dada a las zonas turísticas y los grandes desarrollos.
La economía local también sigue resentida. Aunque algunos hoteles ya reciben huéspedes, la ocupación y la afluencia turística están por debajo de los niveles previos al fenómeno. Ignorar esta brecha puede prolongar la vulnerabilidad de miles de personas cuyo sustento dependía del turismo, la informalidad o de sectores vinculados al comercio local. La falta de empleo estable y oportunidades de reconstrucción incrementa la presión sobre hogares que arrastran pérdidas de años.
Finalmente, la experiencia de Otis expone algo más: la fragilidad de ciertas zonas frente al cambio climático, la escasez de infraestructura resistente, y la necesidad de políticas que integren vivienda, ambiente y economía con visión de largo plazo. A dos años, Acapulco no sólo reconstruye edificios, sino que enfrenta el reto de reconstruir oportunidades, seguridad y justicia para todos sus habitantes.