El gobierno responde a una crisis sin precedentes que ha dejado víctimas mortales y comunidades rurales en estado de alarma.
El gobierno japonés ha decidido desplegar unidades militares en la prefectura de Akita tras una ola de ataques de osos que ha puesto en jaque la seguridad de las comunidades del norte del país. La medida, de carácter extraordinario, busca contener una situación considerada ya crítica, luego de que el número de incidentes y víctimas superara todos los registros previos en la región.
Los soldados no estarán autorizados a usar armas contra los animales, sino que cumplirán tareas de apoyo a las autoridades locales y equipos de control de fauna: instalarán trampas, transportarán suministros y colaborarán en labores de búsqueda, rescate y contención. Se trata de una respuesta inédita ante un fenómeno que ha desbordado la capacidad de los gobiernos locales y de los cazadores voluntarios, cuya cantidad se ha reducido considerablemente en los últimos años debido al envejecimiento poblacional.
En lo que va del año, Japón ha registrado más de un centenar de ataques de osos, con decenas de heridos y varias muertes, la mayoría concentradas en Akita y prefecturas vecinas. Los especialistas atribuyen el aumento de encuentros con humanos a una combinación de factores: la escasez de alimento en los bosques por malas cosechas de frutos silvestres, la reducción de los hábitats naturales y la despoblación de las zonas rurales, que deja extensas áreas sin presencia humana regular.
Los osos, tanto pardos como negros asiáticos, han comenzado a internarse en áreas agrícolas e incluso urbanas, en busca de comida. Se han reportado incursiones en granjas, huertos y depósitos de basura, e incluso apariciones en calles y estaciones de tren. Las autoridades locales han pedido a los habitantes que eviten internarse en zonas boscosas, mantengan la basura asegurada y usen campanas disuasorias al salir de casa.
Aunque el despliegue militar pretende ofrecer un respiro inmediato, expertos advierten que se trata de una solución temporal. Sin medidas de largo plazo —como el fortalecimiento de los programas de control de vida silvestre, la recuperación de ecosistemas y una gestión más activa de las poblaciones de osos—, el riesgo de nuevos ataques podría persistir en los próximos años.
La prefectura de Akita, conocida por sus densos bosques y su baja densidad poblacional, enfrenta hoy un desafío que pone a prueba el equilibrio entre la conservación de la fauna y la seguridad humana. Mientras el invierno se aproxima y los osos buscan alimento antes de hibernar, las autoridades se mantienen en alerta máxima ante una crisis que ha conmocionado al país entero.
Fotografía: Kyodo News via AP