Por: Ramón Cabrera
En los últimos años hemos visto a una serie de “populistas” llegar al poder. Por ejemplo, vimos a Chávez y a Maduro en Venezuela y, más recientemente, a Trump en Estados Unidos.
Unos populistas de izquierda y otro de derecha, tienen como común denominador a sus discursos de nacionalismo ramplón; sus pomposas y falaces promesas de bienestar para los desprotegidos, y sus posiciones beligerantes frente a peligrosos “molinos de viento” que los acechan desde el extranjero.
Si analizamos a dichas naciones a partir del peligro de sus líderes, tendríamos:
Por una parte, Trump y sus posiciones anti libre comercio pueden causar un gran daño al mundo, el cual se ha construido desde hace 30 años, en torno a una intensa interacción comercial en mercados más abiertos, potencializada por el uso internet, que abre las puertas a un espacio económico de encuentro universal.
En este contexto, el peligro global de Maduro es mucho menor; su influencia se acota a ciertas zonas de América y su poder es directamente proporcional al precio del petróleo; de ahí que en la medida en que éste ha perdido valor, la presencia e influencia de Maduro se ha desvanecido.
Por otra parte, la madures de las instituciones norteamericanas les ha permitido sobrellevar los twits y demás desplantes de Trump; quien en realidad poco ha podido hacer para desmantelar, hasta ahora, al sistema político de su país, y ni que decir de su sistema económico.
Ahora bien, la falta de solidez de las instituciones venezolanas permitió su desmantelamiento desde la época de Chávez, dando pie a que Maduro haya terminado por desquebrajar al sistema político, económico y social de Venezuela.
Así, resulta paradójico que siendo Trump un mayor peligro para el mundo, sea un peligro menor para su nación; en tanto que, siendo Maduro menos peligroso para el planeta, sea un peligro mayor para su país.
Finalmente comentaría que los mexicanos elegiremos dentro de 9 meses a quien nos guiará en los siguientes 6 años, sólo espero que tengamos la serenidad suficiente para evitar elegir a un mequetrefe que siga los pasos de esos payasos empoderados, máxime que nuestras instituciones y sobre todo, nuestra clase política, han dado muestras de inmadurez.
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