Entre la tragedia, una historia con final feliz. Su casa fue pérdida total, pero el gobierno solo le dio 15 mil pesos para reconstruir.
Diana López Silva
A un año de haber perdido todo su patrimonio con el sismo, la familia de Elena Flores Cárdenas ya dejó de vivir en una casa provisional que construyó su esposo con láminas y hules para proteger a sus seis hijos…
Pero el recuerdo de ese 19 de septiembre aún la estremece y le provoca ganas de llorar, al revivir en su mente los momentos en que, entre movimientos violentos de la tierra húmeda de su natal Alpanocan, trataba de llegar con dificultades al cuarto donde dormía su hijo de apenas un año de edad y donde las paredes estaban por derrumbarse sobre él.
“Mi marido se fue a trabajar y yo estaba aquí en la casa con una de mis hijas, la más grande, y todos los demás estaban en la escuela. En el momento en que pasó, el niño chiquito estaba durmiendo, ya me iba a la escuela y cuando vi todo se empezó a mover, y se me olvidó ir corriendo a la escuela, lo que me importó es ir corriendo para sacar a mi niño que estaba durmiendo adentro y como ve que empezó fuerte me importó ir a sacarlo y como pude lo saqué y ya llegando al patio ya me tiré, porque ya no pude caminar, ahí nos quedamos”, narra Elena, con una voz temblorosa al recordar lo ocurrido, mientras caminamos por el mismo patio donde su hijo, ya con dos años de edad, juega y nos comparte algunos muñecos y carritos.
“Al bebé lo saqué así dormido, lo jalé, ya no lo pude agarrar bien, ya no pude subir bien a la cama y ya nada más de su pie lo jalé y así lo saqué y ahí nos quedamos, se lo dejé a mi hija y fui a la escuela a ver cómo estaban (sus otros hijos), pero pues sí se imagina lo peor de ver cómo estaban las calles, todo tirado… aquí atrás, todas las casas, todo lleno de polvo el pueblo y siempre vamos a recordar con dolor ese día”.
El pánico duró horas, la casa desapareció y se convirtió en un montón de escombros, de donde solo rescataron unas cobijas para pasar la noche, pero… dónde. Tenían miedo de una réplica que los tomara nuevamente por sorpresa, así que prefirieron dormir a la intemperie debajo de un árbol.
La sociedad civil al rescate
Como sucedió en muchos lugares de México, la sociedad civil fue la que más ayudó a los damnificados por el sismo del 19 de septiembre, así lo manifestó Elena, quien vivió varios meses en su patio, donde alguna vez estuvo su casa de adobe, pero su techo ya era una sábana de hule transparente, ya que a pesar de haber sufrido pérdida total de su vivienda a causa del sismo, el Fonden y la SEDATU solo la incluyeron en el censo como “daño parcial”, otorgándole una tarjeta con solo 15 mil pesos de saldo para “reconstruir”.
¿Reconstruir qué? ¿Para qué alcanza? Le preguntamos, y ella nos mostró una plancha de cementos que sirvió de piso.
“Sólo alcanzó para la plataforma de la casa, la tarjeta sólo tenía 15 mil pesos y dijeron que en un mes depositaban más, pero ya no”.
Hoy doña Elena y su familia disfrutan de una casa nueva construida por fundaciones y con la mano de obra de estudiantes voluntarios a quienes ella y sus hijos recuerdan con tanto cariño y agradecimiento, que hasta consiguieron la música que ponían estos chicos y chicas para trabajar, pues es como los recuerdan, siempre con mucho entusiasmo.
Se trata de estudiantes que en jornadas de trabajo de 8 horas durante tres días y sin tener grandes conocimientos de albañilería, pero muchas ganas de ayudar, se sumaron para construir 40 casas a través de paneles convitec prefabricados, que además representan una casa más digna y segura que la anterior, con 46 metros cuadrados que incluyen tres recámaras, baño y cocina, porque el gobierno no les dio ese apoyo.
San Antonio Alpanocan, Tochimilco, es una comunidad cercana al volcán Popocatépetl, que limita con el estado de Morelos, a casi dos horas de la ciudad de Puebla, con la mitad del trayecto en caminos estrechos de terracería a donde la ayuda gubernamental no llegó completa.
Está es sólo una de las historias con final feliz, ya que el sismo del 19 de septiembre de 2017, el cual tuvo una magnitud de 7.1 en la escala de Richter, cobró la vida de 45 personas en Puebla y afectó a más de 28 mil viviendas, además de 630 parroquias y ex conventos, entre otros inmuebles históricos.
