Vida legal en la opimión del Dr. Arturo Argente
El juicio de Genaro García Luna ha llegado a su fin y el jurado que conformó la corte federal en Brooklyn lo condenó en los 5 cargos de los cuales había sido acusado por la fiscalía del gobierno de los Estados Unidos. El jurado alcanzó esta conclusión a través de una serie de pruebas testimoniales obtenidas por personajes de gran importancia de la delincuencia en México. La validez del testimonio depende de la credibilidad del testigo, la cual, tiene una relación con la afinidad o enemistad que pueda tener con alguna de las partes. Fue, en la veracidad de dichos testimonios, que se desprendieron las conclusiones de este juicio y se obtuvo una sentencia condenatoria en contra de García Luna. El jurado que resolvió este caso manifiesta en su decisión el concepto que se tiene en el extranjero de nuestro país, el narco es un tumor que no deja de crecer y que se agrava día a día. Desafortunadamente, esto se ha enaltecido en películas, series e informes periodísticos simplistas.
El protagonista de esta historia, Genaro García Luna, tiene 3 opciones para fijar su destino; la primera, admitir el sentido de la sentencia y enfrentar las consecuencias a ser condenando el resto de su vida; la segunda, apelar la sentencia y tratar de desacreditar cada una de las evidencias que se desahogaron en el juicio; y la tercera, coadyuvar con el gobierno norteamericano, la DEA y la fiscalía para buscar a otros culpables y disminuir su pena. Esta historia apenas empieza para Felipe Calderón, Cárdenas Palomino y Pequeño García y para el actual gobierno este caso deja varias lecciones.
Muchos han utilizado este juicio para maquillar sus intenciones electorales. Ayer lo vimos en el desarrollo de la famosa marcha del 26 de febrero donde anuncios y publicidad del juicio buscaban desacreditar la esencia de una manifestación genuina que expresaba lo que somos, una pluralidad política que tiene como base a los derechos humanos y que tenemos que consolidar los frenos y contrapesos de quienes ocupan el poder temporalmente, así lo hemos aprendido a través de nuestra historia y que se encuentra abrigado por el texto más sagrado que tiene nuestro país, la Constitución.
Las lecciones son varias para la presente administración; el poder es pasajero, para eso necesitamos proteger nuestros procesos electorales, para cuidar el sufragio de nuestro voto y privilegiando al derecho sobre la política; este país es tuyo, mío, no del presidente ni de los partidos políticos, no lo olvidemos; nosotros somos la esencia, el pulmón de esta gran nación; es momento de ordenar y limpiar la casa de la actual administración, siempre va a haber un “corte de caja”, un final.
Con el resultado de García Luna, no hay nada que festejar, al contrario, hay mucho por hacer para consolidar nuestro estado de derecho y hacer justicia, aquí en México y no en otro país. Todo intento de cambio de régimen debe ser consensuado con la sociedad.
Esta historia apenas empieza, veamos en que concluye todo esto.
Dr. Arturo Argente Villarreal.
Escuela de Derecho
Tec de Monterrey, Campus Toluca.
