#OpiniónYAnálisis por #JavierMartínez
Javier Martínez
Los grupos que integran el Partido de la Revolución Democrática (PRD) han sido llamados, desde hace muchos años, “tribus”. El apelativo no es gratis, el comportamiento de los militantes de este partido muchas veces ha sido poco racional, rayando más en lo bárbaro. Hoy que se encuentran al borde de la extinción, los perredistas del Estado de México, lejos de sentarse a dialogar, pelean con uñas y dientes.
Las autoridades electorales no ayudan en lo más mínimo para mediar el conflicto entre los militantes y, al parecer, todo se reduce a un acuerdo político con el gobierno en turno, la decisión no es apegada a derecho, es de intereses, quién te conviene más como líder de un partido que tiene poco potencial electoral, cuenta con dos diputados y unas cuantas presidencias municipales con escasa presencia en la geopolítica estatal.
De esta manera, Omar Ortega y Héctor Bautista buscan quedarse con el cascarón perredista, mientras “Los Agustines”, Agustín Barrera y Agustín Uribe buscan que el primero permanezca como líder durante la transición de partido nacional a partido estatal, facultad que le otorgó el Instituto Nacional Electoral y ratificó el Tribunal especializado en la materia.
Por su parte el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) recibió la petición de los dos actores políticos para ser partido local, pero a los dos les concedió la postulación, sin aclarar a quién le corresponde la facultad, los dos actores por su parte, realizan declaraciones a su conveniencia sin dejar en claro, cuál es el procedimiento posterior a la autorización del IEEM, para elegir a la dirigencia y, con base, a qué documentos estatutarios se debe realizar.
El PRD tiene dos visiones para plasmar en sus documentos básicos. Hasta donde se sabe, el grupo encabezado por Omar Ortega ganó con su versión. Lo que no se sabe, es si el aval de estos estatutos es legal o también tiene que ser modificado con la decisión del INE y del Tribual Electoral.
La naturaleza del PRD nos recuerda la fábula del escorpión y la rana, que en su afán de cruzar el río se utilizaron el uno al otro, pero la naturaleza del escorpión los mató en el intento. Así las cosas en el PRD, lejos de buscar una salida con diálogo para subsistir, se pelean de manera férrea las migajas de lo que queda.
El PRD no tiene futuro en la entidad, su liquidación pasa por las prerrogativas que tendrán los próximos tres años, desde esa perspectiva, Omar Ortega busca a toda costa administrar los recursos económicos, por ello, intentó a toda costa imponer a su sobrino político, Amín Moreno como líder estatal, sin tener el liderazgo ni la experiencia necesario para encabezar la tarea de transición del sol azteca.
Las tribus perredistas todavía tienen muchas batallas por disputar para saber quién se queda con el liderazgo, no obstante, se espera una decisión política por parte del gobierno estatal para definir hacía quién inclina la balanza, qué les conviene más, viejo conocido o nuevo por conocer y, si es necesario darle vida a un partido de izquierda, para formar contrapesos en lo local.
Bien haría el Instituto Electoral en orientar a La Mayoría Silenciosa con información real para saber qué va a pasar con el PRD, partido que en su momento cosechó simpatías en varias zonas del Estado de México.
Acabar con la corrupción: discurso inútil de Morena
De acuerdo a la organización de Transparencia Internacional y el índice de Percepción de la Corrupción en el mundo, de 180 países, México se ubica en el lugar 126; estamos entre los países más corruptos el mundo y así se ha mantenido durante los últimos cuatro años, con ello, el discurso de Morena, Andrés Manuel López Obrador y, ahora, Claudia Sheinbaum se cayó del pedestal donde se encontraba.
Porque los indicadores internacionales y los locales dicen lo contrario, la corrupción sigue en los mismos niveles, y tiene una escala de 31 puntos contra los 90 de Dinamarca, y se encuentra al nivel de El Salvador y Kenia, mientras países como Angola, Cuba, Argentina y Jamaica están mejor posicionados en la escala mundial.
Héctor Macedo avanza en su preparación profesional
La carrera judicial y el servicio público requiere preparación para atender la demanda ciudadana con los mejores elementos posibles, La Mayoría Silenciosa pide a gritos un trato justo, profesional y humano por parte de quienes imparten justicia, por esta razón cobra relevancia la conclusión del doctorado en Cultura de Derechos Humanos por parte del magistrado, Héctor Macedo, quien a través de su página de internet dio a conocer dicho logro.
Esta meta, más allá de ser un título académico, dijo, representa un compromiso renovado con la justicia y, sobre todo, con los derechos de cada persona en el Estado de México porque la justicia no es solo una función que se ejerce en los tribunales; es una responsabilidad social que debemos asumir con empatía y profundo respeto por los derechos de todas y todos.
Convencido, de que la formación continua es fundamental para quienes tienen la responsabilidad de impartir justicia. Indicó que las personas buscan y merecen un sistema judicial cercano, humano y eficaz, por ello es esencial profundizar en temas como los derechos humanos, la igualdad y la dignidad.