Escaparon de la violencia en Honduras, donde fueron despojados de tierras y sus familiares fueron asesinados.
Diana López Silva
Huyendo de la violencia, el narco y la represión gubernamental en su país de origen, llegó a Puebla la Caravana de Migrantes Refugiados. Hombres, mujeres y niños han recorrido desde hace casi un mes la República Mexicana para llegar a los Estados Unidos.
Debido a las amenazas de presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de desplegar la Guardia Nacional para impedir que crucen la frontera, muchos han decidido quedarse en estados fronterizos de México; es el caso de Carlos Aldana, originario de Honduras, a quien la violencia y la persecución a su familia le ha dejado como saldo a dos hermanos asesinados por el narco y decidió huir con su esposa y sus dos hijas de menos de cinco años de edad, en busca de libertad y tranquilidad.
“Está muy fuerte la crisis política en Honduras, yo no anduve en protestas allá, pero la crisis de los que estaban protestando abarcó a nosotros los que nos dedicamos al comercio, al campo; mataron a muchos manifestantes, murieron muchas personas inocentes ahí y se empezó a sufrir una crisis económica, los precios de la canasta básica subieron y la gente no gana suficiente dinero para mantener a la familia. Yo salí con toda mi familia, allá a las autoridades uno ya no les tiene confianza, han asesinado a dos hermanos míos, porque ellos tenían sus tierras, tenían de qué vivir, pero unos narcos les quitaron la propiedad y ahora somos perseguidos; entonces me vine para México, yo no voy para Estados Unidos, mi meta es sentirme libre porque en mi país me siento amenazado con toda mi familia, traigo dos niñas pequeñitas”.
Se anunció la llegada de mil 500 migrantes refugiados, pero al menos 800 fueron recibidos este jueves en diferentes albergues, donde recibirán alimentos, atención médica, ropa y talleres donde conocerán sus derechos como Migrantes Refugiados, pues a pesar de que el gobierno federal los apoya con una visa temporal de 30 días y el gobierno estatal y municipal apoyó con patrullaje y unidades con servicios de salud, en otros estados, como Veracruz, han sido violentados sus derechos por las propias policías estatales, según narró Juan Antonio Lara, otro hondureño que busca trabajo en México, para sacar a su familia de la violencia en su país de origen.
“Se adelantaron en el tren (“la bestia”) y dicen que los golpearon, los policías estatales los balearon, los agarraron a tiros en el tren, ahí en Córdoba”.
El padre y activista Gustavo Rodríguez Zárate, de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, lamentó que las agresiones a esta caravana vengan de las propias autoridades mexicanas, debido a la ignorancia que hay sobre la diferencia entre un migrante y un refugiado.
Pero no todo es tristeza y miedo en la caravana, Cindy Meléndez, quien se dedicaba a cuidar niños en Honduras, utiliza esa vocación para cuidar a más de 700 mujeres y 300 niños que le asignaron, y a quienes procura hacer reír con su simpatía y una nariz roja de payaso que se encontró durante este trayecto, mientras ella misma confía en poder llegar a Estados Unidos con su esposo e hijos pequeños, para dejar la violencia de Honduras en el pasado.
Pese al apoyo de las autoridades mexicanas y de la sociedad civil, viven cada hora con incertidumbre, pues la mayoría viaja con el temor de que sea insuficiente el permiso de 30 días para transitar por México y que al cumplirse el plazo, el Instituto de Migración entre en escena y los devuelva a su país.
