El inicio de la Semana Santa reactiva las ventas en Atlacomulco , donde tejedores de palma mantienen viva una costumbre ancestral.
Por: Berenice León
Desde las primeras horas de este sábado, las calles del centro de Atlacomulco comenzaron a llenarse de color, aroma a palma fresca y tradición.
Feligreses que mantienen viva la tradición a través de la fé salieron a comprar sus ramos para la bendición de este Domingo de Ramos mientras artesanos de la región ofrecen figuras tejidas con devoción y habilidad.
Desde muy temprano, mujeres de comunidades como San Lorenzo Tlacotepec, Santiago, San Pedro e incluso de localidades de otros municipios como San Felipe del Progreso han instalado sus puestos improvisados donde ofertan las palmas, tejen y acomodan sus cruces, coronas y figuras.
Los precios varían entre $35 ,$50 y $100 pesos, dependiendo del tamaño y decoración. Algunas piezas llevan flores secas, espigas de trigo, listones y hasta imágenes del Cristo.
Más allá del sentido religioso, el Domingo de Ramos representa una oportunidad económica importante para cientos de familias mexiquenses que preservan la tradición del tejido de palma . Durante semanas, artesanos preparan ramos con dedicación, sabiendo que este fin de semana es clave para generar ingresos que muchas veces complementan la economía familiar.
“Este trabajo nos ayuda mucho. Es bonito saber que nuestra fe también da trabajo”, comenta Teresa, vendedora de ramos en el atrio de Atlacomulco.
“Desde ayer estamos vendiendo y hoy ya se empezó a mover más la gente. Mañana será el día fuerte, pero muchos prefieren apartar sus ramos o llevarlos listos para la bendición del domingo temprano”, cuenta Hermelinda Reyes, artesana que cada año acude al centro de Atlacomulco para ofrecer su trabajo.
El Domingo de Ramos conmemora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y marca el inicio de la Semana Santa. Para los creyentes, portar un ramo bendecido es símbolo de protección, fe y esperanza. En cada hogar, las palmas se colocan detrás de las puertas o en altares como señal de devoción.
Así, en Atlacomulco y sus alrededores, el sábado previo al Domingo de Ramos se vive con movimiento, fé y esperanza. Porque en cada ramo vendido no solo va un símbolo de espiritualidad, también el esfuerzo y el arte de quienes mantienen viva una tradición.