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#Opinión | La Conversación en la Catedral

por Rafael Rodríguez
4 minutos leer

#OpiniónYAnálisis por #ArturoArgenteVillareal 

Jorge Mario Pedro Vargas Llosa nace en Arequipa, Perú y es considerado uno de los más importantes novelistas y ensayistas contemporáneos, sus obras han cosechado numerosos premios, entre los que destacan el Nobel de Literatura 2010. Junto a Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes, es
uno de los exponentes centrales del boom latinoamericano. Alcanzó la fama en la década de 1960 con novelas como La ciudad y los perros y la Conversación en la catedral.

La Conversación en la catedral es una narración fundamentada en el país de Perú, principalmente basada en un diálogo efectuado entre el personaje principal, un joven periodista llamado Santiago Zavala y Ambrosio. La trama en su totalidad se sustenta en la conversación que sostuvieron estos dos personajes, iniciando con los acontecimientos de ruina acaecidos en Perú y se preguntaban ¿En qué, momento se sucedió el nivel de pobreza que vivía Ambrosio? el cual ahora tenía un empleo de matador de perros. Esta misma reflexión nos lleva a preguntarnos ¿en qué momento se perdió México? ¿Por qué nos duele tanto nuestro país?

Desafortunadamente, cada sexenio pensamos que lo peor está por pasar y que tarde o temprano podremos salir de todas las adversidades que enfrentamos, pero un síntoma de la realidad que rodea a nuestro país la encontramos en la desgracia que enfrentan nuestros hermanos del estado de Guerrero que son víctimas de la confusa y tardía reacción del gobierno estatal y federal, y de aquí nace la reflexión sobre el rumbo que llevamos como nación. Con la llegada de la alternancia presidencial, en diciembre del 2000, se podía aspirar a celebrar de una nueva democracia, nuevas instituciones y un México más justo, más libre y que se pudiera consolidar el rumbo de una nación que pudiera superar el pasado de la dictadura perfecta. Pero la frustración volvió a aparecer al pasar las administraciones de Fox y Calderón y renace la misma pregunta que se hacía Zavalita en la novela de Mario Vargas Llosa ¿en qué momento se perdió el Perú? y nosotros nos hacemos la misma pregunta ¿en qué momento se perdió México? y la respuesta la buscamos en el pasado, la conquista, en la colonia, en la guerra contra Estados Unidos, en la intervención francesa, en el porfiriato. Al final la respuesta está en las últimas décadas.

  

En esta etapa vinieron las crisis cíclicas, las devaluaciones, el terremoto del 85, donde la corrupción llegó a alturas insospechadas, el fraude electoral de 1988, y ahora el abandono a toda una entidad que sufre por la negligencia de un gobierno que no supo, no sabe y no se espera que reaccione ante la angustia de la población guerrerense y que en medio de esta tragedia, la presidenta municipal de Chilpancingo no sólo pacta con el narcotráfico, también festeja con fuegos artificiales su informe de gobierno. Ese es el México que nos duele y que provoca pesimismo con respecto al futuro. La decepción es grande porque al final seguimos con todas las tareas pendientes, ¿estaremos imposibilitados para conformar una democracia digna y confiable?, Francisco I. Madero afirmó, en la sucesión presidencial en 1910, que sí estábamos aptos, desde luego la historia y el tiempo demostraron que no lo estábamos, pero han pasado más de 100 años y es necesario entender que México requiere de sus ciudadanos y no de su pueblo.

Es momento de entender que, si no nos hacemos responsables, como sociedad, del rumbo que debe llevar este país, no habrá gobierno, no habrá político que pueda sacar adelante a esta gran nación. Es momento de dejar de ser vasallos y darle cabida al ciudadano responsable que se compromete, al ciudadano que adquiere responsabilidades, al ciudadano que sabe ejercer sus derechos, al ciudadanoque se indigna, que exige y actúa, pensemos más en nosotros como sociedad y menos en los partidos políticos, esos son los fundamentos que nos tienen que mover de ahora en adelante.

En la conversación en la catedral, podemos entender que Perú se había perdido cuando no luchó por su libertad y se dejó someter por dictaduras militares y civiles. El Perú se había perdido cuando se hundió en el fracaso y no encontró caminos de libertad para encausar su propio destino. Cuando permitió que la corrupción, política y moral, dictara su camino y coartara su libertad. Actuemos en consecuencia para darle rumbo y certeza a esta gran nación.

Dr. Arturo D. Argente Villarreal
Escuela de Derecho
Tec de Monterrey
Campus Toluca.

  
  

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