Por: Jessica González
La cerería enfrenta hoy una falta de relevo generacional y rentabilidad económica que amenaza su supervivencia.
En el corazón del Museo de Arte Colonial, Manuel Pedraza Togar alza la voz por un arte que se desvanece entre generaciones: la cerería moreliana. “Solo quedamos tres cereros en Morelia, es un oficio que está a punto de extinguirse”, afirma con tristeza.
Él, desde el área de montajes temporales y difusión del museo, reconoce que si bien aún se elabora cera artística en otros municipios michoacanos como Purépero, Tlazazalca y Pátzcuaro, en la capital del estado prácticamente ha desaparecido. La cerería, tradicionalmente valorada en temporadas decembrinas y contextos religiosos, enfrenta hoy una falta de relevo generacional y rentabilidad económica que amenaza su supervivencia.
Pedraza Togar señala que este tipo de artesanía requiere cuidados especiales y tiene un carácter perecedero que muchas veces no resulta práctico para los compradores actuales. Además, la globalización y la facilidad de comprar productos industriales a bajo costo han desplazado lo hecho a mano. “Aunque la cuestión ideológica y cultural es muy importante, la cuestión de supervivencia va más allá”, explica.
Durante la entrevista, también recordó que décadas atrás los portales de Morelia se llenaban de mercados artesanales donde familias enteras ofrecían piezas de cera elaboradas durante meses. Hoy, ese panorama parece lejano. La falta de compradores y el cambio de valores culturales han dejado solo a unos cuantos como él.
Finalmente, ante la pregunta de cuántos cereros quedan activos en Morelia, respondió: “Que yo sepa, tres personas, incluido yo”. Aunque podría haber más, asegura que no existe una producción constante y visible. La cerería moreliana, una vez símbolo de identidad y tradición, lucha por no apagarse en el olvido.
