A pesar del repunte turístico en estos parajes naturales, los residuos quedaron como saldo visible; comerciantes locales se organizaron para dejar los espacios limpios.
Por: Berenice León
Aunque la Semana Santa atrajo a cientos de visitantes a la presa Brockman, en El Oro, y a la cascada El Salto, en Atlacomulco, el regreso de los vacacionistas dejó a su paso montones de basura que fueron recogidos principalmente por comerciantes y prestadores de servicios de la zona.
Durante el fin de semana largo, ambos destinos lucieron llenos de familias que acudieron a disfrutar de días de campo, paseos en lancha, caminatas por senderos y comida al aire libre. Sin embargo, al concluir las actividades, los espacios naturales quedaron marcados por restos de bolsas, botellas, platos de unicel, envolturas y latas, dispersos entre el pasto y las áreas recreativas.
“Vendimos bien, sí, pero al final somos nosotros los que terminamos recogiendo la basura que la gente deja,” comentó Don Tomás, vendedor de antojitos en la presa Brockman. “No hay muchos botes ni vigilancia, así que nos organizamos entre los puestos para limpiar.”
En Atlacomulco, el acceso a la cascada El Salto también presentó un escenario similar. Comerciantes que instalaron sus puestos en la zona se movilizaron para recoger residuos y evitar que fueran arrastrados por la corriente del río.
Pese a los carteles con mensajes de concientización, muchos visitantes no atendieron el llamado. “Vienen, disfrutan, pero no se llevan su basura. A veces hasta queman cosas o dejan vidrio roto”, lamentó una artesana local.
Vecinos y comerciantes coincidieron en que la vigilancia fue escasa y que los pocos contenedores disponibles resultaron insuficientes.
Conscientes de que el turismo es vital para la economía local, los comerciantes reiteraron su compromiso de mantener limpios los parajes, pero insistieron en que la responsabilidad debe ser compartida entre autoridades, visitantes y comunidad.