Opinión y Análisis por Arturo Argente Villarreal
José Saramago fue un renombrado escritor portugués y ganador del Premio Nobel de Literatura en 1998. Nacido en Azinhaga, Portugal, su estilo literario distintivo combinaba una prosa fluida y diálogo profundo. En la obra “Ensayo sobre la ceguera” Saramago explora la condición humana y que plasma, critica y desenmascara a una sociedad podrida y desencajada.
Esta obra comienza con un hombre que se queda ciego, espontáneamente, adentro de su auto, en plena hora pico. Está confundido y asustado, y una multitud se reúne alrededor suyo luego de que su auto quede parado, entorpeciendo el tránsito. Un hombre se ofrece a conducir el auto hasta su casa. Tras dejar al hombre allí, se queda con las llaves del coche y se lo roba. Un rato después, el ladrón de autos se queda ciego mientras intenta esconder el vehículo.
Una ola de ceguera azota la ciudad.
Esta novela es una distopía que refiere una toma de consciencia en la que todo el mundo se desmorona. Saramago quiere que comprendamos que vivimos la vida, muchas veces permitiéndonos ser engañados, y sin apreciar lo que tenemos, una especie de ceguera intelectual. En el contexto, de la fragilidad de nuestra democracia, esta novela proyecta y denuncia las realidades humanas actuales.
Esta obra literaria nos hace reflexionar sobre la situación de miles de asesinados, desplazados y desaparecidos en nuestro país y América Latina. La novela retrata un gobierno cuya política pública se basa en estrategias de control-manipulación que son sutiles, sofisticadas y clásicas, la más eficaz; el miedo. También se refiere, en medio del caos de una ciudad y su sociedad cuyos valores e instituciones son ineficientes, a la figura de un caudillo que vea y pueda guiar a los otros que no ven.
Así se dejan ver los peligros del caudillismo, es más eficaz uno solo que piense por todos y no todos que piensen como solo el piensa y decide.
Recordemos como hace 6 años, López Obrador y los suyos respondían que 100 días era poco tiempo para resolver el tiradero que le había dejado la administración de Enrique Peña Nieto; sin embargo, se organizó un festejo para dar a conocer, en un larguísimo discurso, los supuestos logros de sus primeros 100 días de gobierno.
6 años después, seguimos arrastrando los mismos retos, y ahora son más graves. Hay una escalada de violencia en el país, los bonos de deuda de Pemex han sido calificados de manera negativa, la destrucción institucional del INE, INAI y el Poder Judicial sólo servirán para concentrar el poder y acomodar funcionarios leales al oficialismo, el caso Ayotzinapa sigue sin ser resuelto.
También se prometió que la guerra contra las farmacéuticas iba a ahorrar a México miles de millones de pesos, hoy sabemos que fracasó y hay desabasto de medicinas. En todo lo que fue aplaudido en sus primeros 100 días nada fue verdad.
La construcción del AIFA, 2 bocas y el tren maya entre otros caprichos y ocurrencias presidenciales les han costado a los mexicanos más de 2 billones 520, 000 millones de pesos los cuales salieron del trabajo y esfuerzo de los ciudadanos.
La violencia que se vive en este país esta incontrolable. Hoy hay enormes territorios en llamas que van desde Sinaloa a Guerrero, desde Chiapas y Tabasco hasta baja California, Sonora, el Estado de México, Guanajuato, Jalisco y Michoacán.
¿Realmente debemos de seguir siendo rehenes de la ceguera para creer que algo ha cambiado en los primeros 100 días de Claudia Sheinbaum?
¿No deberíamos ser sensatos y trabajar de manera unida ante todos los retos que nos acechan, como el de Donald Trump?
En lugar de andar festejando, debemos de ocuparnos por actuar como una nación unida ante la problemática que enfrentamos. No hay nada que festejar. Lo que debe de trascender son los 100 días posteriores a la llegada de Donald Trump al poder y ver realmente el rumbo que tendrá esta nación; los 100 primeros días de esta administración son una simple fachada que solo engañan y sobrepasan a la ficción.
Cómo refiere José Saramago, seguimos siendo ciegos que no queremos ver nada.
