El académico, José Eduardo Otáñez Ludick aseguró que estas alteraciones podrían afectar a cualquier edad y género
Redacción AR
Con motivo del día internacional de la lucha contra desórdenes alimenticios, el académico de la Licenciatura en Nutriología de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, de la UNAM, José Eduardo Otáñez Ludick destacó que, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) presentan un ligero aumento en el registro de su incidencia en hombres a partir de 2017 debido, entre otros factores, a “que se han fracturado los estándares sociales y culturales que impedían el diagnóstico y la valoración de personas del sexo masculino”
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, contenidos en el informe “Tasa de casos nuevos de enfermedades sobre trastornos mentales y del comportamiento seleccionados y entidad federativa según sexo”, indican que de los principales TCA (anorexia y bulimia) por cada 100 mil habitantes, en 2017 en hombres fue de 1.40; para 2018 se incrementó a 1.46; y en 2019 (último dato registrado oficialmente), 1.70.
En el documento, sobresalen entidades como Chihuahua y Guanajuato donde se tuvieron, en 2019, tasas de 5.73 y 4.45, respectivamente, de nuevos casos de varones, cifras por encima de la media nacional; en contraste, Querétaro y Durango, 0.18 y 0.44, respectivamente, por cada 100 mil habitantes.
Al respecto, Otáñez Ludick detalló que, sin duda se trata de cuestiones culturales, al considerar que es incorrecto pensar que únicamente la mujer tradicionalmente acudía al médico, pero con las nuevas tendencias de pensamiento se ha mostrado aumento en lo reportado, sin embargo, el especialista considera que los TCA, como anorexia y bulimia, siguen siendo un tema difícil de abordar, pues está relacionado con la salud mental.
“La mejor forma de ayudar es dejar de lado los estigmas. Hablar y conocer sobre estos padecimientos, enfrentarnos a romper nuestros propios estándares culturales. En los tiempos recientes se piensa que tener delgadez es sinónimo de tener salud, y no necesariamente; los extremos nunca serán para nada saludables”, concluye.